“En Los Coristas (2004) de Christophe
Barratier la trama se desarrolla en Francia, en el año 1949, en un
"orfanato - reformatorio" de la posguerra. Los alumnos, que tienen
entre 8 y 13 años, concurren echados de otros establecimientos de enseñanza, se
encuentran en el límite del sistema educativo. Los Coristas está basada
en un hecho real ocurrido inmediatamente después de la II Guerra Mundial, en
que un maestro se empeña en crear un coro en un internado para niños
abandonados o con problemas de conducta.” http://www.eticaycine.org/Los-coristas
En esta situación el
contexto social adverso en la que viven tanto la posguerra como el rechazo que
han tenido de otros lugares de enseñanza, más problemas familiares, hacen que
la motivación por aprender no esté presente. En las relaciones vinculares
aparece el miedo, el director actúa a partir de amenazas y castigos severos.
Todo esto mina la autoconfianza de los alumnos y la creencia en la capacidad de
salir adelante.
El Director se rige por una regla, “la regla de
acción y reacción” que consiste en imponer un castigo a la conducta indeseada. Como
la ley del Talión del “ojo por ojo” pero amparada bajo la figura de la
imposición de disciplina. Mientras que la regla de acción y reacción constituye
un principio pedagógico, la venganza es un acto vandálico. Cuando los niños
hayan aprendido la regla de acción y reacción, y la apliquen, se desatará una
batalla entre los adultos y los niños. En donde a un acto indisciplinado, le
seguirá un castigo y al castigo una venganza, y a ésta la reacción en una
escala de violencia sin fin. Sin embargo, el castigo del adulto no es
equivalente a la venganza infantil. Ya que en la primera, el adulto es
responsable y se encuentra en una situación de asimetría y poder en relación
con los niños, mientras que las acciones infantiles de venganza son efectos de
aprendizaje de las conductas agresivas propuestas por los adultos.
Cualquier proceso de socialización
transmite valores y normas, censura antivalores, prohíbe acciones, sanciona
transgresiones. Lo que la escuela hace, es mediar esta socialización con
saberes legitimados públicamente, que permiten tomar posición más racional
frente al hecho social de la moral. La escuela es un privilegiado lugar de
control social, hay quienes afirman que lo demandado es aprender a adaptarse a:
las normas vigentes; a los valores hegemónicos; a las exigencias que provienen
de quienes manejan el mercado y el discurso.
Se responde a la demanda cuando se
modela la conducta y se forma así una personalidad moral, adaptada y
competitiva, que internalice valores y normas vigentes.
Enseñar ética es enseñar a conocerse y
a valorarse desde principios de juicio esponsable y solidario. O sea, la
educación ética busca formar una personalidad moral definida íntegramente.
Enseñar ética está vinculado a la
felicidad, la alegría, el respeto propio y de otro, al cuidado de la vida, la
solidaridad y la responsabilidad. Se les llama “virtudes”-
En el caso de Los Coristas falta
alegría, respeto al otro y al propio, falta de solidaridad, o sea carecen de
virtudes.
Toda esta situación hace fomentar la
creación de sujetos pasivos y por lo tanto no favorece el pensamiento crítico
ni la solidaridad social. Esto implica: relaciones sociales de poder y las posibilidades de descubrir y
desarrollar el cuidado solidario del otro.
Es comprender críticamente las formas
de la organización social y de desarrollar el sentido de la solidaridad no solo
como obligación moral (parte del cuidado del otro) sino como responsabilidad ciudadana
misma.
El pensamiento crítico necesita de un
trabajo escolar continuo. En la capacidad de interpretación crítica y fundada
de los sentidos históricos y sus construcciones legitimadoras. La educación ciudadana
necesita basarse en la trabajosa educación del saber pensar críticamente. La
buena ciudadanía implica no solo contar con la participación democrática y el
pluralismo, sino que se debe enseñar a solidarizarse socialmente. Como lo han
demostrado los cognotivistas, implica un trabajo sobre: el intercambio de
roles; ponerse en el lugar del otro; encontrar la madurez del juicio en las
reglas de grupo y del pacto social.
La educación ciudadana tiene que
trabajar a fondo los derechos humanos, que dan normatividad a la solidaridad
social.
De
repente aparece un Maestro (Profesor de música en otro establecimiento) con una
actitud muy distinta al resto de los alumnos, en dónde hay respeto y les enseña
a cantar. Este maestro no se ajusta a las técnicas pedagógicas de la
institución y está en desacuerdo con que la violencia sea una buena manera de educar y
por ello utiliza la música como método de aprendizaje de buenos modales y comportamientos.
Esto hizo que los niños adquieran confianza y afecto por Maestro.
El
canto es la expresión de un niño saludable, es una eficaz forma de reforzar la memoria y aprender
nuevos conceptos. Lo que aprenden cantando se les queda grabado a fuego, porque
les motiva, les divierte. Además, ayuda a estimular su imaginación y su
sensibilidad artística. Actualmente se califica al canto como “un potente
nutriente para los cerebros de los niños”. Aporta ventajas para su
desarrollo integral, especialmente en el desarrollo del habla, conducta social
y control de la agresión. Han podido observar que cantar implica una mayor
producción de hormonas que hacen sentirse bien y una disminución de las
hormonas que desencadenan la agresión.